Es un acto jurídico solemne propio del derecho de herencia, y consiste en la manifestación soberana y/o expresión de la voluntad de su persona con la finalidad de decidir sobre el destino de sus bienes una vez que se produzca su fallecimiento.
¿Para qué sirve un testamento?
La función principal de un testamento es definir los parámetros bajo los cuales se regirá el destino de sus bienes una vez verificado el fallecimiento del causante, es decir, aquellos bienes determinados y a las personas determinadas que serán destinatarias de esos bienes señalados.
3 pasos para hacer un testamento:
1. Identificar los bienes y los beneficiarios
se debe identificar los bienes que se van a otorgar mediante el testamento y a las personas quienes serán las destinatarias de esos bienes.
En el caso de determinar sobre un mismo bien, entre varios asignatarios, se debe señalar el porcentaje correspondiente para cada asignatario.
El testamento se puede redactar individualmente, o asesorarse con un abogado para la redacción idónea.
Ahora bien, en un testamento se deben respetar estas normas:
El 50% de los bienes deben ser repartidos forzosamente.
Un 25% se denomina “cuarta de mejoras” y se puede utilizar para “mejorar” la herencia de algunos de los herederos legítimos. Por ejemplo, se puede dar un 10% más a al cónyuge y un 15% más a alguno de los hijos.
El 25% restante se puede disponer libremente.
2. Validar el testamento
Concurrir a una notaría, puesto que es un ministro de fe, para que sea leído el testamento y ratificado por el notario
3. Llevar testigos
Se debe nombrar dos testigos que den fe que estás declarando tu testamento libremente y de acuerdo a tu voluntad.
Solemnidades de un testamento
El testamento puede ser abierto o cerrado, en el primero caso el testador, cuya facultad es indelegable, debe informar su voluntad al notario y a dos testigos. En el segundo caso el testador presenta ante el notario una escritura cerrada y tres testigos.